De la sobrevivencia al feminismo interseccional en Guatemala

Linda García

Traduction de Cristina Jeangrand

p. 45-47

Traduit de :
De la survie au féminisme intersectionnel au Guatemala

Citer cet article

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Linda García, « De la sobrevivencia al feminismo interseccional en Guatemala », Revue Quart Monde, 257 | 2021/1, 45-47.

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Linda García, « De la sobrevivencia al feminismo interseccional en Guatemala », Revue Quart Monde [En ligne], 257 | 2021/1, mis en ligne le 01 mars 2021, consulté le 19 avril 2024. URL : https://www.revue-quartmonde.org/10212

"El feminismo interseccional nos ha enseñado a aprender unas de otras, a solidarizarnos y a comprender cómo se cruza una opresión con otra". La autora comparte su activismo en este ámbito.

Llevo varios días intentando escribir estas líneas sobre el feminismo en Guatemala. Han llegado a mí las palabras, no por arte de magia sino porque un hecho doloroso las hizo nacer desde dentro : Anita desapareció, una adolescente a quien conocí cuando era voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo y participaba del reforzamiento escolar y las Bibliotecas de Calle. Su familia lleva algunos días buscándola.

Algunas cifras

No me gustan las cifras, pero suelo nombrarlas porque nos sitúan en el contexto y nos hacen comprender qué es la “normalidad” en un país como Guatemala. Se activan en promedio 228 alertas mensuales de desaparición de niños, niñas o adolescentes. En el caso de mujeres, para el año 2020, se activan en promedio 4 alertas diarias de desaparición, se tienen un registro de 51,184 víctimas de violencia contra las mujeres ; 6,732 víctimas de violación ; 3,406 víctimas de agresión sexual, 388 feminicidios, que junto a otros delitos hacia las mujeres suman un total de 75,313 víctimas. Además, de otras violencias desde el acoso en las calles hasta la trata de personas.

En esta coyuntura, la primera lucha de las mujeres guatemaltecas es la sobrevivencia, acompañada de otras violencias como la pobreza y el racismo. De esta variedad de violencias hacia nosotras, nace la misma cantidad de resistencias. Es un camino largo el del feminismo interseccional que nos ha enseñado a aprender unas de las otras, a solidarizarnos y a comprender cómo se cruza una opresión con otra. De esta forma, en Guatemala pasamos de la sobrevivencia, a la organización y al resistir juntas, algunas sin nombrarse feministas.

Luchas muy diversas pero convergentes

Ilustraré con un ejemplo : hace unos años, formé parte de la Alianza Política Sector de Mujeres (APSM) que, como su nombre lo indica, es una alianza que reúne a diferentes organizaciones de diversas identidades, de diferentes pueblos, con varias culturas, con diferentes idiomas, fui gratamente sorprendida al poder conocer y aprender de mujeres y organizaciones con luchas muy distintas. Uno de mis aprendizajes fue poder comprender la exigencia de un trabajo digno para las mujeres trabajadoras en hogares, especialmente aquellas que migran del campo a la ciudad, muchas veces sin hablar español sino uno de los 22 idiomas mayas. También descubrí la lucha de las mujeres que viven con VIH, que exigen un tratamiento digno y de calidad, así como de la exigencia de educación integral en sexualidad, una compañera me decía “el VIH ha llegado a mi cama, a través de mi esposo” y cuestionaba las masculinidades dominantes. Aprendí también la necesidad de una vida independiente para las mujeres con discapacidad, en una ciudad y un país que no garantiza la movilidad y la accesibilidad. Y así podría continuar con el listado que incluye además las luchas de los pueblos indígenas, las trabajadoras sexuales y las mujeres trans y personas no binarias.

Unirse a las que viven en la pobreza

Algunas de las colectivas que descubrí en la APSM se autonombraban feministas, otras no, pero sus luchas iban de la mano y en todas las direcciones. Me preguntaron ¿en dónde están las mujeres que viven en condiciones de pobreza en el feminismo en Guatemala ? Para mí, la respuesta es precisamente esa : muchas veces las mujeres que viven en condiciones de pobreza no se nombran feministas, sin embargo, tejen redes de sororidad que les permiten sostenerse y cuidarse unas a otras. Lo he vivido, incluso cuando yo misma no me nombraba feminista, cuando visité por años como parte de ATD Cuarto Mundo en Guatemala a las familias de La Arenera, todos los hogares eran liderados por mujeres, mis más grandes maestras han sido mujeres militantes de Cuarto Mundo, quienes me enseñaron que encerradas y solas no podemos acabar con la miseria. Quienes han abierto las puertas de su casa a otras mujeres, quienes las han acompañado cuando han sido víctimas de violencia, quienes han roto el silencio.

Digamos pues que miles de mujeres que viven en condiciones de pobreza no han esperado a que llegue a ellas la corriente feminista, han empezado a vivirlo desde antes. Aunque cada vez con más fuerza el feminismo se está colando a través de medios sociales, luchas estudiantiles y acciones de calle, en nuevos sectores, especialmente con las mujeres jóvenes de colonias y asentamientos empobrecidos. Utilizo la palabra “colando” porque los discursos conservadores acaparan los medios para mantener el statu quo, aunque las mujeres conocemos en carne propia lo que es la discriminación y el ser consideradas menos que los hombres, por eso escuchar sobre feminismo es una idea que da vueltas en la cabeza, y así iniciamos el camino de reconocernos como feministas.

Cuando termino de escribir este texto, Anita ya se encuentra en su casa. Fueron días de preocupación para su familia y para quienes conformamos la familia Cuarto Mundo, recibimos llamadas y mensajes de solidaridad. Personalmente he recibido historias de otras mujeres desaparecidas, víctimas de trata o asesinadas, tanto como cuestionamientos y comentarios sobre lo “irresponsables que somos como mujeres”. Un atento recordatorio de que debemos de seguir en la búsqueda de otras mujeres, permanecer unidas, de pie y sacando nuestras voces para acabar con sistema hegemónico, racista y patriarcal que nos oprime.

Linda García

Comunicadora e investigadora, Linda García ha hecho campaña desde su juventud por los derechos humanos y por la erradicación de la pobreza y la extrema pobreza en Centroamérica. Es miembro de varios grupos y organizaciones feministas y actualmente es Presidenta de la Junta Directiva del Movimiento ATD Cuarto Mundo en Guatemala.

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